Hay, aquí dentro, un triunfo verdadero
de lo humano.
Encararse al ascendente es deseable
por fácil.
Mirar de frente al sol enceguece
y aterra.
Si la luz ha de quemarme
sea, pues,
y que no me quede piel
sobre la carne
que oculte las heridas
que hay por dentro.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Un triunfo verdadero de lo humano
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