domingo, 19 de junio de 2011

Razonamientos lú c/d i d/c os

Hace unos cuantos días, un varón de edad no identificada hacía una apología de la violación al tiempo que declaraba que la gravedad de una violación siempre era sobrevalorada por la mujer que la sufría; argumentaba que, ya que el cuerpo de la mujer está biológicamente preparado para la penetración vaginal, una violación no debería resultar en absoluto traumática, pues se trataría de un caso de penetración que sólo diferiría de la penetración consentida en el detalle de que la mujer no habría dado su permiso. Aludía, además, a la lubricación natural de la vagina, porque, como todos sabemos, cuando estamos a punto de ser violadas, las mujeres lubricamos a chorro.

Defendía, en cambio, la enorme gravedad de las violaciones a hombres en las cárceles argumentando que el ano no está biológicamente diseñado para la penetración y que, por tanto, una violación de hombre a hombre siempre resultaría enormemente traumática. Decía: imagínate que un hombre de cien kilos me da por el culo, desgarrándomelo, para luego dejarme tirado en el suelo y darme un par de puñetazos y una patada en las costillas. ¡No compares!

No, claro. ¿Cómo puedo ser tan egoísta para comparar eventos tan dispares?

Porque, claro, las mujeres no tenemos ano.
Porque, claro, las mujeres somos físicamente tan fuertes como los hombres.

Y porque, claro, por supuesto, las mujeres no nos sentimos humilladas cuando alguien viene y, por la fuerza, nos arranca lo que es nuestro y lo destroza.

Claro, muchacho, claro.

Dios te conserve la lucidez.