martes, 30 de agosto de 2011

prioridades

Se dice que, en algunas zonas de la Italia rural, las mujeres casadas emplean un pequeño ardid para que sus esposos no pasen las noches fuera de casa.

Mezclan en su comida una muy pequeña cantidad de veneno, y les administran el antídoto con la cena. Si él falta a la cena sufre los efectos del veneno. Si, por el contrario, vuelve a casa con su esposa, se sentirá extraña -milagrosamente- aliviado.

Y es algo malévolo. Y no puedo decir que no lo comprenda a la perfección.